Ernst Haeckel, el arte de la ciencia
Ernst Haeckel, el arte de la ciencia
Ernst Haeckel fue un hombre enorme: biólogo, naturalista, filósofo, médico, profesor y artista; en todas las facetas de su vida lo guío una pasión volcánica que lo llevó a practicar la ciencia con la vehemencia de un predicador, una postura que le granjeó acólitos y acérrimos detractores a partes iguales, y que le llevó a cometer no pocos errores en busca de probar su visión.
Ernst Heinrich Philip August Haeckel nació en Potsdam, el 16 de febrero de 1834, en el seno de una familia acomodada. Estudió medicina en las universidades de Berlín, Wurzburgo y Viena, y en 1857 recibió la licencia, momento en el que descubrió que el atender a personas afligidas por diversas dolencias le resultaba altamente desagradable, por lo que tras un viaje por Italia en donde incluso coqueteó con la idea de convertirse en pintor paisajista, decidió dedicarse a la investigación en el campo de la biología.
Se doctoró en zoología en la Universidad de Jena, para luego obtener la cátedra de anatomía comparativa en la misma institución, trabajo que desempeñó durante 47 años (1862-1909). Durante esta segunda etapa de estudios fue cuando entró en contacto con las ideas de Charles Darwin, y tras leer “El Origen de las especies”, se convirtió en el máximo defensor y difusor de las teorías del sabio inglés en Alemania, contribuyendo enormemente a la popularización de las ideas darwinistas en ese país.
Sin embargo, a pesar de ser un ferviente evolucionista, Haeckel no era un darwinista ortodoxo, al contrario, creó su propia visión de la teoría evolutiva, que mezclaba Darwin, Jean-Baptiste Lamarck, y la tradición idealista alemana de la Naturphilosophie; una síntesis que quedaría plasmada en su monumental obra Generelle Morphologie der Organismen (Morfología general de los organismos), cuyo segundo tomo está dedicado a Darwin, Lamarck, y Wolfgang Goethe.
Aunque el tiempo no ha sido benevolente con gran parte de las teorías de Haeckel, su aporte al progreso científico es innegable. Descubrió, describió, y dio nombre a más de mil especies animales; especialmente destacadas en este respecto son sus investigaciones con los radiolarios, grupo del cual descubrió e identificó 150 nuevos miembros durante una expedición al Mediterráneo. También trabajó intensamente con poríferos (esponjas) y anélidos (gusanos segmentados). Acuñó términos como ecología, phylum, antropogenía, filogenia, célula madre, o protista (también fue el primero en usar el término Primera Guerra Mundial), que siguen en uso actualmente
Además creó un árbol genealógico relacionando todos los seres vivos, desarrolló la (en su momento) influyente teoría de la recapitulación, que aunque ha sido descartada en su versión literal, en la actualidad está siendo objeto de revisión crítica por parte de muchos estudiosos; y fue el gran responsable de la integración de la anatomía y la embriología en la teoría evolutiva.
Sin embargo, para quienes no somos tan versados en materia científica, probablemente la aportación más memorable de Haeckel sea su Kunstformen der Natur, una obra maestra que reúne cerca de 100 litografías y autotipos del biólogo alemán. Se trata de una selección realizada entre los más de mil grabados que Haeckel realizó a lo largo de su carrera, y además de su innegable valor científico poseen un enorme valor artístico. Especialmente impresionantes son las representaciones de radiolarios. Los cnidarios también destacan, incluyendo anémonas, Siphonophora, Semaeostomeae y otras medusas.
Observando las páginas del libro se puede intuir que la cuidada distribución simétrica de los elementos retratados, y la armoniosa organización de estos, responde no tan solo a un mero ejercicio taxonómico, sino que representan, como afirma el estudioso de Haeckel, Olaf Breidbach “no sólo un libro de ilustraciones sino también la representación de su visión del mundo.” Considerando la popularidad de Haeckel, y la enorme calidad de Kunstformen der Natur, no es de extrañar que el volumen tuviera una amplia influencia en el arte, arquitectura y diseño de principios de siglo XX, logrando enlazar ciencia y arte. Su estética, que exaltaba la belleza inherente de las formas naturales, especialmente las microscópicas, conectó a la perfección con los movimientos modernistas como el art noveau o el Jugendstil, e influyó a numerosos artistas como René Binet, Karl Blossfeldt, Hans Christiansen y Émile Gallé.
Revisa las 100 láminas del Kuntsformen der Natur en este enlace