Iris Van Herpen, moda, tecnología, y arte.
Iris Van Herpen, moda, tecnología, y arte.
En el mundo de Iris Van Herpen las emociones e ideas abstractas se materializan en vestidos de formas imposibles, en los que la conceptualización reina sobre el pragmatismo, y donde la función es la que se subyuga ante la forma, transformándose ante los caprichos de ésta. Desde sus inicios en el mundo de la moda, cuando cursaba estudios de diseño de moda en el Instituto Artez del Arts Arnhem, en su Holanda natal, Van Herpen tuvo claro que su vocación traspasaba los límites que tradicionalmente se le asignan a la creación de ropa. De hecho, como cualquier aspirante a diseñadora lo primero que aprendió en clases fue a trabajar con tejidos “blandos” tradicionales, pero no tardó en sentirse limitada por las pocas posibilidades que éstos le ofrecían como soporte para sus ambiciones; quería construir más que coser, esculpir en vez de cortar, y no tardó en comenzar a experimentar con todo tipo de materiales, en teoría ajenos al mundo de la costura, una seña de identidad que ha mantenido e intensificado a lo largo de su carrera, y que le ha valido un merecido cartel de vanguardista que la ha convertido en favorita de luminarias transgresoras como Björk o Lady Gaga.
En 2007, un año después de sus pasantías en Alexander McQueen y Claudy Jongstra, Van Herpen funda su propia marca, y la inaugura con la colección “Futuro frágil”, una declaración de intenciones en toda regla, donde dio rienda suelta a su compleja e interesantísima visión de la alta costura, creando una serie de creaciones/creaturas que materializaban el binomio instinto animal/racionalidad humana y que articulaban un inquietante discurso sobre la visión del futuro de su diseñadora.
Esta manera de enfrentar el proceso creativo se ha convertido en una constante de la producción de la diseñadora holandesa quien ha hecho de las ideas abstractas, o conceptos complejos, sus principales fuentes de inspiración, buscando dar peso y volumen sobre la pasarela a algo tan esquivo y voluble como los pensamientos, una tarea tan complicada como encomiable por los asombrosos resultados que en manos de Van Herpen genera. Las siguientes colecciones “Chemical Crows”, “Refinery Smoke”, “Mummification”, “Radiation Invasion” y “Synesthesia” siguieron una línea similar, encontrando sus musas en temas tan dispares como los cuervos y la alquimia, el humo de las refinerías (jugando con la hermosura de sus formas vs lo nocivo de su naturaleza), las técnicas de momificación egipcias, las ondas electromagnéticas que nos rodean (y cómo serían si las pudiésemos ver), y la condición neurológica llamada sinestesia (que permite percibir conceptos o sonidos, como colores, formas, o sabores, transformando completamente lo que entendemos por percepción).
Temas tan dispares por supuesto generan productos finales muy distintos, lo que es otra de las características de Van Herpen; su coherencia creativa, lo que conforma el hilo conductor de su trabajo observado como un todo, no es la homogeneidad visual, sino la constante renovación conceptual, la incesante búsqueda de nuevas ideas, y sobre todo, de nuevos medios y maneras de expresar esas ideas. Algo que quedaría perfectamente reflejado en su colección “Crystallization”, realizada en colaboración con el estudio de arquitectura holandés Benthem Crouwel Architekten, que incluyó por primera vez un vestido creado utilizando la impresión en 3 dimensiones, una técnica que Van Herpen abrazaría con fervor convirtiéndose en pionera en el mundo de la alta costura a la hora de utilizarla.
Durante los años siguientes, la diseñadora ha seguido su camino de innovación, incorporando nuevas tecnologías en sus colecciones, e incluso desarrollando nuevas maneras de trabajar los tejidos, pero a la vez ha iniciado un camino que aúna esta vanguardia con diseños más ‘ponibles’, una belleza más aprehensible, si se quiere, que le ha valido el reconocimiento de un sector más generalista de la prensa y del público, dándole por fin la exposición y medios que merece hace años.