Bajo el embrujo de las piedras verdes
Bajo el embrujo de las piedras verdes
“Verde que te quiero verde, verde viento verdes ramas” Comienza el famoso poema de Federico García Lorca, y es que el color verde ha fascinado al hombre desde tiempos inmemoriales. Asociado a la exuberancia de la naturaleza, y por extensión a la vida, simboliza también la esperanza aparejada al constante renacer del verdor vital. El verde es, finalmente, la voluntad inquebrantable de la vida que siempre vuelve. Por eso no es de extrañar que las piedras verdes hayan sido siempre muy bien valoradas en joyería, y aunque sin duda la gema verde más famosa es la esmeralda, existen muchas otras opciones que nos permiten disfrutar de estos tonos con precios mucho más ajustados.
La Aventurina es un tipo de cuarzo que generalmente es de tono verde (aunque existen variedades rojizas, amarillas, marrones, azules, o grises), y presenta una serie de inclusiones que le otorgan su color, y que producen reflejos conocidos como efecto aventurinado. Suele ser traslucida, pero a veces un exceso de fuchsita puede volverla opaca. Se trata de una piedra muy versátil, especialmente utilizada en cuentas de grandes collares.
Otra variante del cuarzo muy apreciada por sus exquisitos tonos verdes es la Crisoprasa. Se trata de una variedad fibrosa del cuarzo (Calcedonia). Debe su coloración a la inclusión de pequeñas cantidades de níquel, y se trata de una piedra criptocristalina, algo que la diferencia de las distintas variedades de cuarzo cristalino, y la ubica en la misma familia que el ágata, la cornalina, y el ónice. El mayor atractivo de la crisoprasa es su color (más que las filigranas que suelen destacar a los cuarzos no transparentes), y el hecho de que sea relativamente escasa la convierten en una de las variedades más valoradas del cuarzo. De hecho muchas piedras de calidad superior rivalizan en precio con el jade más fino.
Y precisamente el jade es la tercera de nuestras piedras verdes. Precisando, el término jade incluye a dos minerales inosilicatos: La Jadeíta y la Nefrita; para joyería es muy preferible la primera, tanto por su coloración más intensa, como por su calidad a la hora de ser tallada; también es más escasa, por lo que su valor es más elevado. La jadeíta suele deber su coloración a la presencia de cromo en su estructura química. Probablemente el jade sea la piedra más conocida de las mencionadas hasta ahora, y a ello contribuye el hecho de que su utilización en objetos de adorno, e incluso en armas se remonte a más de 5000 años, tanto en China como en Mesoamérica. Actualmente también es muy utilizada, pero conviene recordar que no todo lo que se vende como jade corresponde a jadeíta, o siquiera a nefrita, por lo que resulta fundamental adquirir sus joyas en lugares de confianza, que aseguren la calidad de las piedras.
La Tsavorita forma parte de la familia de los granates, y debe su coloración verdosa a la presencia de trazas de vanadio y cromo en su estructura. Se trata de una gema de tradición reciente para el mundo de la joyería, fue descubierta en 1967 por el Dr. Campbell R. Bridges en Tanzania, pero no fue hasta 1974 que Tiffany comenzó a comercializarla bajo el nombre de Tsavorita (en homenaje al parque nacional de Tsavo, lugar donde se halla uno de los principales yacimientos), dándola a conocer a nivel mundial. Se trata de una piedra de color muy intenso y alta transparencia, que en sus calidades más altas puede incluso rivalizar con la belleza de la esmeralda.
Otra piedra que rivaliza en belleza con la reina de las piedras verdes es la Turmalina verde, también conocida como Verdelita, que presenta un alto grado de transparencia y un color profundo y de gran intensidad que obtiene gracias a la presencia de trazas de vanadio, cromo, o hierro. Otra opción perfecta para caer rendidos al irresistible embrujo del verde.